Período Histórico
Edad Moderna

Período Musical

La Edad Moderna: Renacimiento, Humanismo, Barroco, Ilustración y Romanticismo

La Edad Moderna es el tercero de los periodos históricos en los que se divide tradicionalmente en Occidente la Historia
Universal. En esa perspectiva, la Edad Moderna sería el periodo en que triunfan los valores de la modernidad (el
progreso, la comunicación, la razón). La edad moderna es el periodo que va desde el inicio de la conquista europea de
América en el siglo XV hasta la Revolución Francesa (1492 al 1789)

La Invención de la imprenta:

Hacia 1450, un evento transformó el mundo al facilitar la educación y la comunicación: Johann Gutenberg inventó la imprenta.
La invención de la imprenta hizo posible la multiplicación de textos a finales de la Edad Media y principios de la Edad Moderna en Europa a mediados del siglo XV, cuando la edición de libros estaba muy restringida, lo cual revolucionó la cultura al ampliar el número de lectores potenciales, al multiplicar el número de libros y reducir su costo, por lo que la alfabetización recibió un impulso enorme, nunca visto hasta la fecha.
La imprenta supuso la revolución más importante en contra de los poderes absolutos (monarquías e iglesia) ya que extendió el conocimiento, algo que estos poderes guardaron para sí mismos durante los diez siglos que duró la Edad
Media.

Los siguientes conceptos caracterizan este periodo de la historia:

1. La nobleza perdió gran parte del poder que ostentó durante el Medievo, pero la monarquía se consolidó en todos los estados europeos. Los monarcas en adelante gobernaron de forma absolutista.
2. Los valores comunitarios que habían engendrado el vasallaje y la servidumbre del Medioevo, fueron reemplazados por las nociones del individualismo y el progreso que trajo consigo el naciente capitalismo.
3. Se consideró la Edad Media como un periodo de estancamiento, por lo cual se dirigió la atención hacia el pasado grecorromano, se restauró el uso del latín y el griego, con los cuales se puedo comprender los estudios que en todas las ciencias habían dejado estas civilizaciones, olvidadas durante el Medioevo.
4. Los hombres de finales del Medioevo criticaron la filosofía escolástica y los dogmas arbitrarios de la iglesia, sin por eso dejar de ser creyentes. El centro del interés se desplazó de Dios al Hombre, se realzaron los valores humanos y se produjo con ello un renacimiento en todos los órdenes.
5. Se buscaron nuevas rutas comerciales que permitieran una reactivación económica para Europa; dentro de esta búsqueda se exploraron las costas africanas y se descubrió la existencia de un nuevo continente, América.
6. Se generó una nueva mentalidad, basada más en la razón que en la fe: se produjeron los primeros intentos de consolidación del método científico que hoy utilizamos, y se iniciaron los primeros estudios verdaderamente científicos.

La Caída del Imperio Romano de Oriente:

Luego de transitar por su período de esplendor entre los siglos IX y XI, el Imperio Romano de Oriente, también conocido como Imperio Bizantino, comenzó un gradual y constante lapso de decadencia, que terminaría con su efectiva desaparición en 1453. Los territorios que lo habían conformado pasaron a formar parte del Imperio Otomano. Luego, Constantinopla cambió su nombre a Estambul, donde se trasladó la capital del Imperio Turco, cuyas fronteras, en su época de mayor esplendor, se expenderían hacia las cercanías de Viena.
La caída de Constantinopla causó una gran conmoción en Occidente, ya que se pensaba que era el principio del fin del cristianismo. Tuvo una implicación simbólica, pues fue vista como la señal de superioridad de una religión frente a otra.
Al estar Constantinopla bajo dominio musulmán, el comercio entre Europa y Asia declinó súbitamente.
Ni por tierra ni por mar los mercaderes cristianos conseguirían pasaje para las rutas que llevaban a la India y a China, de donde provenían las especias usadas para conservar los alimentos, además de artículos de lujo, y hacia donde se destinaban sus mercancías más valiosas.
De esta manera, las naciones europeas iniciaron proyectos para establecer rutas comerciales alternativas. Portugueses y
castellanos aprovecharon su posición geográfica junto al océano Atlántico para tratar de llegar a la India por mar.

La Expansión territorial europea hacia América

A comienzos del siglo XV los europeos sólo conocían Europa y los territorios que rodeaban el mar Mediterráneo y el mar Negro. También sabían que existía la India, China y Japón, por los viajes de algunos viajeros medievales como Marco Polo. El resto del mundo no era conocido por los europeos. No sabían casi nada del interior de África y Asia y ni que existían otros continentes como América y Oceanía.
La era de las grandes exploraciones de territorios desconocidos por los europeos se inició a principios del siglo XV, con los viajes de marinos españoles y portugueses en el océano Atlántico, y se extendió hasta el siglo XVII, cuando el dominio europeo alcanzó prácticamente a todo el mundo.
Como consecuencia de las exploraciones y conquistas, Portugal y Castilla crearon dos grandes imperios ultramarinos (al
otro lado del mar).
Para evitar problemas entre estos dos países, realizaron un pacto que se recogió en el Tratado de Tordesillas de 1492.
En este tratado se decidió que a Portugal le correspondían las tierras de África, Asia y Brasil. Para Castilla quedaban la mayor parte de las tierras de América.
Los exploración y conquista europea de nuevos territorios impulsó un gran avance en las ciencias, ya que permitió un
mejor conocimiento de las tierras y océanos, se conocieron nuevas especies vegetales y animales. Todo ello dio un gran
impulso a la geografía, las ciencias naturales y la cartografía.

Significó también la afluencia de metales preciosos a Europa, lo que produjo un auge del comercio internacional, y los
efectos que tuvo la reforma protestante en las mentalidades y en la actitud frente al trabajo y el éxito económico fue la
causa de un cambio en el paradigma de la actividad económica consolidando el capitalismo mercantil.

El Renacimiento

Este período que se desarrolla durante los siglos XV y XVI estuvo marcado por transformaciones en muchos ámbitos de la vida humana, que marcan el final de la Edad Media y el comienzo de la Edad Moderna. Estas transformaciones son evidentes en la cultura, la sociedad, la economía, la política, la filosofía, las ciencias y la religión, y caracterizan la última fase de transición del feudalismo al capitalismo y significan una ruptura con las estructuras medievales. Se llamó Renacimiento en virtud del redescubrimiento y revalorización de las referencias culturales de la antigüedad clásica, que orientaron los cambios hacia un ideal humanista y naturalista, aunque estas directrices tienen sus raíces en el siglo XII, durante el Renacimiento Medieval.

La Contrarreforma

La Contra-Reforma católica nace como respuesta a la Reforma Protestante. Sus lineamientos son los del Concilio de Trento realizado entre 1545 y 1563. Su objetivo fue corregir una serie de abusos y vicios generados en la iglesia con el correr de los siglos. Se realizaron una serie de propuestas de carácter disciplinar y moral con la que se pretendía
contener el problema de la escisión causado por la Reforma Luterana. En Trento se revisaron y discutieron prácticamente todos los preceptos del cristianismo, inclusive regular qué tipo de música es la más adecuada para acompañar al culto. Los más radicales pidieron la abolición de la polifonía y la vuelta al canto gregoriano, pues veían que
se habían introducido en el templo elementos profanos, lascivos, y que “parecían hechos más para regalo del oído que de la mente” y las complicadas texturas polifónicas, que nacieron en el seno de la propia Iglesia, hacían inentendibles los textos de las diferentes voces. Afortunadamente, compositores como Palestrina contribuyeron a conciliar la tradición de la polifonía con los nuevos parámetros que exigía la coyuntura histórica.

El Humanismo

El Renacimiento llegó al mundo del pensamiento y el saber dos soportes fundamentales para la aparición de la revolución científica: el humanismo y la ciencia.
El humanismo se desarrolló sobre todo en Italia. Tuvo un significado pedagógico y ofrecía un nuevo concepto de educación basado en el individuo, su relación en armonía con la naturaleza y el universalismo cultural.
La expansión de este pensamiento por Europa fue posible gracias a la imprenta, que favoreció la circulación de los textos clásicos. Además, sentó las bases para que los intelectuales pudieran intercambiar sus ideas.

La Reforma Protestante

La Reforma protestante fue una rebelión contra el liderazgo espiritual de Roma. Martín Lutero inicia el movimiento en Alemania, el 31 de octubre de 1517 al clavar Las 95 tesis, en la puerta de la iglesia del castillo de Wittenberg. En ese documento de su autoría, criticó diversas prácticas de la iglesia católica, entre ellas la venta de indulgencias y la
acumulación de bienes materiales. Su prédica, a favor de un retorno a los valores del cristianismo primitivo y en contra de la autoridad del Papa sobre toda la cristiandad, dio origen al protestantismo.
Luego el protestantismo se extendió hacia otras regiones de Europa: Calvino y sus seguidores en Francia (Calvinismo), los Países Bajos y Suiza, y Enrique VIII rompe con la Iglesia Católica en Inglaterra (Anglicanismo).
Los efectos de la Reforma protestante fueron profundos en todos los ámbitos. Las tasas de alfabetización aumentaron fuertemente, debido a que se animó a los protestantes a leer la Biblia por sí mismos en lengua vernácula, y la educación pasó a ser prioridad. Se estableció el concepto de propaganda para difundir los planes personales o de grupos. La imprenta y los libros producidos a gran escala pasaron a ocupar un lugar central en la sociedad. Los ideales democráticos
se hicieron más aceptables y se formaron naciones-estado, al hacerse más predominante el nacionalismo.
La Era de la Expansión Europea experimentó también la influencia de la Reforma, porque los países católicos europeos intentaron colonizar el llamado «Nuevo Mundo» para su fe, cosa que hicieron más tarde también los grupos protestantes. Las consecuencias de la Reforma fueron, de hecho, de tan amplio espectro, que son prácticamente
imposibles de enumerar, aunque ninguno de los actores principales pudiera al principio imaginarse algo semejante.

Período Musical

La Revolución Científica

La Revolución Científica produce un cambio drástico en el modelo de pensamiento que tuvo lugar entre los siglos XV, XVI y XVII, en Occidente, durante la Edad Moderna temprana en Europa. Transformó para siempre la visión medieval sobre la naturaleza y la vida. Sentó las bases para el surgimiento de la ciencia como la comprendemos hoy en día.
Fue fruto de las nuevas ideas en materia de física, astronomía, biología y química, y con ellas el cambio en el paradigma filosófico que dará origen al movimiento social e intelectual europeo conocido como Ilustración en el siglo XVIII.
Los trabajos de Nicolás Copérnico, Johannes Kepler, Galileo Galilei e Isaac Newton, sus más sobresalientes exponentes, fueron precursores de un desarrollo científico basado en la experiencia, con teorías que se construirían a partir de los hechos extraídos de las observaciones y los experimentos.
La Revolución Científica tuvo diversas consecuencias, como la creación de nuevos métodos de conocimiento, el establecimiento de nuevas jerarquías sociales según el nivel de los pensadores y sentó las bases para la Revolución Industrial del siglo XVIII.
Sobre todo, la Revolución Científica se basó en el descubrimiento de la razón como método de construcción del conocimiento capaz de ser comprobado y sometido a prueba de análisis. Produjo un cambio radical en la cosmovisión del ser humano y su lugar en el Universo, cambiando la mentalidad de los hombres de aquella época.
Generalmente se toma el año 1543 como su punto inicial, cuando se publicó la obra cumbre de Nicolás Copérnico De revolutionibus orbium coelestium (“Sobre los movimientos de los orbes celestes”).
Se señala tradicionalmente su final en el año 1687 con la publicación de Philosophiae Naturalis Principia Mathematica, de Isaac Newton en 1687.

La Ilustración

Fue un movimiento cultural e intelectual, primordialmente europeo,​ que nació a mediados del siglo XVIII y duró hasta los primeros años del siglo XIX. Fue especialmente activo en Inglaterra, Francia y Alemania.​ Inspiró profundos cambios culturales y sociales, y uno de los más drásticos fue la Revolución Francesa. Se denominó de este modo por su finalidad de disipar las tinieblas de la ignorancia de la humanidad mediante las luces del conocimiento y la razón. El siglo XVIII es conocido, por estos motivos, como el Siglo de las Luces​ y del asentamiento de la fe en el progreso. Ideales tales como la libertad, Igualdad, el progreso, la tolerancia, la fraternidad, el gobierno constitucional y la Separación Iglesia-Estado tienen su nacimiento también en esta época y se asocian con el legado de la Ilustración. La Ilustración tuvo una gran influencia en aspectos científicos, económicos, políticos y sociales de la época. Este tipo de pensamiento se expandió en la población y se expandió por los hombres de letras, pensadores y escritores que creaban nuevas formas de entender la realidad y la vida de la época. A lo largo del siglo XVI y siglo XVII, Europa se encontraba envuelta en guerras de religión. Cuando la situación política se estabilizó tras la Paz de Westfalia (acuerdo entre católicos y protestantes, 1648) y el final de la guerra civil en Inglaterra, existía un ambiente de agitación que tendía a centrar las nociones de fe y misticismo en las revelaciones «divinas», captadas de forma individual como la fuente principal de conocimiento y sabiduría. En lugar de esto, la Era de la Razón trató entonces de establecer una filosofía basada en el axioma y el absolutismo del raciocinio como bases para el conocimiento y la estabilidad.

La Revolución Francesa

A finales del siglo XVIII, el Antiguo Régimen se tambaleaba en Francia. Ajena a los nuevos tiempos e incapaz de gestionar las transformaciones socioeconómicas, la monarquía seguía ejerciendo su poder absoluto, consolidando y perpetuando las injusticias y desigualdades de la sociedad feudal; a causa de los privilegios de la nobleza y el clero, los campesinos se veían obligados a soportar la mayor parte de las cargas fiscales. Desde mediados del siglo XVIII, sin embargo, intelectuales ilustrados como Montesquieu, Voltaire y Rousseau habían minado la legitimidad del absolutismo monárquico formulando principios políticos (soberanía popular, igualdad ante la ley, separación de poderes) que fueron abrazados por la burguesía, clase social ascendente que aspiraba a ver reflejado su poder económico en el ordenamiento jurídico. Los detonantes inmediatos de la Revolución Francesa (1789-1799) fueron la bancarrota financiera del país y las malas cosechas, que generaron una situación de miseria y hambruna generalizada. Para solucionar la grave crisis económica y financiera del estado, el monarca Luis XVI convocó en mayo de 1789 los Estados Generales, asamblea que reunía, por separado, a los representantes de los tres estamentos (la nobleza, el clero y el pueblo o «Tercer Estado»).

Consecuencias de la Revolución Francesa

La Francia de 1799 era totalmente distinta a la de 1789. En apenas una década, la Revolución había creado un estado completamente nuevo. De una monarquía absolutista se había pasado a una República. Ya no había súbditos, sino ciudadanos. La sociedad, antes capitaneada por la aristocracia y el clero, tenía ahora en la burguesía su motor principal. Tan irreconocible estaba la nación y tan original era el modo en que se había organizado que hubo de remontarse a la Roma clásica para dar nombre a sus nuevas instituciones: Senado, Consulado, Tribunado, Prefectura… Las leyes y la economía, el arte y la ciencia, la educación, el ejército, el papel de la Iglesia, la administración territorial… todos los aspectos del estado habían cambiado respecto del Antiguo Régimen, modelo de renovación integral que se tomó como ejemplo en aquellas otras latitudes en que también se perseguía la soberanía del pueblo en los asuntos colectivos, la libertad política y la igualdad ante la ley. El establecimiento del régimen republicano en 1792 había abolido los privilegios de casta imperantes desde la Edad Media. Con la caída del máximo exponente de esta estructura feudal, el rey, desaparecieron derechos arbitrarios, como el contundente peso político de los nobles sobre el resto de la población. Los grandes beneficiarios de estos cambios fueron quienes los habían provocado, los burgueses. En la práctica, la mejora de su situación se manifestó en una redistribución, favorable a su clase, del poder político y la propiedad privada. Así, la antigua estructura de la sociedad, vertical y estanca, dio paso a un activo esquema horizontal, donde cualquiera podía acceder a los cargos públicos y a la propiedad. El país galo, donde las tierras y las riquezas pronto estuvieron repartidas entre muchos más titulares que poco antes, se convirtió en el país europeo con mayor cantidad de pequeños propietarios.
Esta realidad socio económica tuvo su expresión política fundamental en la constitución de asambleas de representantes. Los ciudadanos, mediante elecciones, delegaban libremente su cuota de poder público en diputados que abogaban por sus intereses. Estas cámaras, lo mismo que sus homólogas en Estados Unidos, fueron los primeros antecedentes modernos de los actuales parlamentos democráticos. Asimismo, la Revolución Francesa instauró la separación entre la Iglesia y el Estado, en el pasado compenetrados, sobre la base de las libertades de culto, conciencia y expresión. La ideología fraternal de la Revolución también se dejó sentir con toda su fuerza en el tratamiento de las personas ante la ley, impulsando una profunda transformación experimentada por el estado en temas procesales. También se abrió a las masas la gran cultura y democratizó el acceso a la educación. Las obras de arte, antes enclaustradas para placer exclusivo de los poderosos que las encargaban, fueron expuestas a la ciudadanía en espacios acondicionados expresamente con ese fin. Había nacido el museo público. El más importante de ellos fue el Louvre, ubicado en una antigua residencia real de París, cuyos cuadros y esculturas fueron en otros tiempos patrimonio de monarcas y magnates. Los ecos de la Revolución propiciaron plataformas liberales que, en un momento u otro del siglo XIX, manifestaron sus reivindicaciones, cuando las poblaciones de diversos países se levantaron en armas contra sus jerarcas para lograr avances democráticos que rompieran los lazos serviles heredados de la Edad Media. La Revolución Francesa abre, sin duda, el inicio de una nueva etapa histórica y marca el inicio de la Época Contemporánea.