La forma Sonata

P.ROMÁNTICO

La forma Sonata: Paradigma cumbre del modelo discursivo del Romanticismo

Nacida en el siglo XVIII con humildes pretensiones, la forma sonata acabó con el tiempo por encarnar uno de los ideales más preciados del Romanticismo, el de la música “pura”. La historia de la forma sonata revela una persistente filiación estética con el viejo arte de la retórica y llega a encarnar, durante el Romanticismo, la máxima expresión de la naturaleza abstracta de la música instrumental.

La forma sonata fue configurándose en paralelo a través de géneros instrumentales y vocales muy diversos (suite, sonata da chiesa, sonata da camera, concerto, aria da capo, etc.) mediante la asimilación progresiva del modelo de acción dramática aristotélico: planteamiento (exposición) – nudo (desarrollo) – desenlace (reexposición), expresión del paradigma estético más arraigado y característico de la música occidental entre los siglos XVI y XVIII: la Retórica.

Este paradigma confiere al discurso musical las características del discurso hablado, cuyas reglas, establecidas desde antiguo por sabios como Aristóteles y Cicerón y reformuladas en el Renacimiento por humanistas como Erasmo de Rotterdam, Luis Vives o Pierre de la Ramée.

La incorporación de la retórica a la música occidental, a partir de la obra de Josquin des Prez, constituyó, según Jeppesen (Contrapunto, 1939), el verdadero tránsito de la Edad Media al Renacimiento en el ámbito musical.

El impulso retórico alcanzó un importante estadio de perfección durante el siglo XVIII: teóricos compositores como Mattheson o Heinichen detallaban minuciosamente los recursos que encontramos con profusión en los ámbitos más ilustres de la creación musical del momento, desde la ópera seria hasta la música religiosa, en especial esa cima de la retórica musical que es la obra de Johann Sebastian Bach.

De su estructura inicial en forma binaria, la forma sonata adquirió su estructura característica ternaria al incorporarse un procedimiento considerado crucial en el proceso de formación de la sonata clásica: la reexposición, que reforzó el paralelismo existente entre la sonata y el modelo de acción dramática en sentido aristotélico, consistente en una exposición, un nudo y un desenlace.

La forma sonata, mediante los recursos de la retórica y el modelo de acción dramática, pone al alcance de un oyente medio la comprensión de una estructura musical de notable complejidad, y posibilita su interpretación mediante una extensa gama de asociaciones y analogías, gracias a su carácter musical “discursivo” que facilita al oyente la capacidad de formular un discurso acerca del lenguaje musical.

Scarlatti, Haydn y Mozart, durante el periodo Clásico, consolidaron la forma sonata a través de su aplicación a diversas formaciones instrumentales, desde la sonata para piano solo a la Sinfonía (Sonata para Orquesta).

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Domenico Scarlatti (1685 – 1757) Sonata en Fa menor K.466:

Joseph Haydn (1732 – 1809) Cuarteto Emperador Op. 76, No. 3:

Wolfgang Amadeus Mozart (1756- 1791) Sinfonía No. 35 Haffner:

La forma Sonata, durante los períodos Clásico y Romántico, se aplica con variantes a diversas formaciones instrumentales: sonata para piano, cuarteto de cuerdas, trío para cuerdas y piano, dúo para violín, cello o viola y piano, sexteto de cuerdas, Sinfonía (sonata para orquesta), etc.

Beethoven redimensiona la forma sonata para convertirla en el paradigma formal y expresivo más influyente del periodo Romántico. Los medios utilizados por Beethoven para expandir la forma son a la vez temáticos y tonales: la ampliación del plan armónico y el alejamiento progresivo de la tonalidad principal en la sección desarrollo dan origen a un formato de tiempo mayor para poder restablecer la armonía principal.

Esto supone mayor complejidad del discurso y la disposición de mayor cantidad de medios para lograr una cohesión formal, prolongando la tensión y el conflicto para acentuar el concepto de direccionalidad del discurso que lleva al momento cumbre del discurso: el Clímax Dramático.

La forma sonata se instaura entonces como emblema de la tradición y del germanismo musical a principios de 1800 y durante la primera mitad del siglo XIX se consolida como paradigma del ideal de música pura o abstracta del Romanticismo en Europa.

Mendelssohn y Brahms conciliaron el desarrollo de la forma tradicional con la más alta realización artística de la forma sonata conciliando los aspectos formales con los anhelos de libertad creativa del romanticismo.

Ludwig van Beethoven (1770 – 1827) Sonata No. 14 para Piano. Claro de Luna:

Luego la forma sonata fue llevada a sus límites formales y expresivos, durante la plenitud del romanticismo, a mediados y finales del siglo XIX, al ser abordada con mayor grado de libertad y flexibilidad, a menudo con prerrogativas retóricas (programáticas): Chopin, Schumann, Liszt, Bruckner, Tchaikovsky, etc. 

Durante el siglo XX los últimos sinfonistas (Mahler, Sibelius, Shostakovich, etc.) han desarrollado un proceso de ampliación y deconstrucción de la forma sonata desplegando su enorme potencial creativo, llevando al límite el paradigma retórico, que ocurre paralelamente con la expansión y exploración de los límites del sistema tonal que sufrirá, luego, durante la década de 1920, su ruptura a partir de la II Escuela de Viena con la adopción del dodecafonismo, que plantea la abolición del sistema tonal. 

Dmitri Shostakóvich