Transmisión
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La Invención del Tetragrama
En Italia, a partir de la invención de Hucbaldo, Guido (Mónaco) d’Arezzo (995 d.C.-1050 d.C.) concibe un sistema que permite reproducir una melodía que, como nos dice el propio monje benedictino y pone en boca del Papa Juan XIX, emocionado ante la magnitud del hallazgo: «…nunca antes se había oído». Es un acontecimiento trascendental para la historia de la música occidental ya que permitió anotar con mayor precisión la altura relativa de las notas de una melodía liberando a la música de su dependencia, exclusiva hasta este momento, de la transmisión oral.
Guido d’Arezzo añade a las ya existentes líneas roja (fa) y amarilla (do) una tercera línea negra entre las dos anteriores que representaba el “la”, teniendo de este modo las notas: “fa, sol, la, si, do”.
Esta pauta musical de cuatro líneas se ha mantenido en uso hasta el día de hoy para el canto llano.
Con el tiempo se añadió una línea más hasta configurar el pentagrama de cinco líneas, que es el que sirve como base de las partituras actuales.
Guido es llamado “de Arezzo”, ciudad italiana universitaria de la Toscana donde trabajó y vivió durante muchos años. Guido también inventó un sistema de reconocimiento de los mismos mediante una sílaba asociada a cada uno de ellos: la solmisación, lo que más adelante conoceremos de manera genérica como solfeo.
Con la invención de este sistema se abre la puerta al desarrollo portentoso de la polifonía que es punto de partida de la música occidental y de los procedimientos