El modernismo y su multiplicidad de tendencias

A pesar de que puede hablarse, durante las dos primeras décadas del siglo XX, de una línea compositiva que puede ser considerada, hasta cierto punto, hegemónica o, por lo menos, dominante, derivada del cromatismo de Wagner y de Liszt que desemboca en el dodecafonismo de Schönberg y el primitivismo de Stravinsky, sin embargo, la ruptura planteada por estos movimientos deriva, luego, en una multiplicidad de estéticas, movimientos o tendencias estilísticas que no obedecen a un cuerpo troncal unificado. En una sociedad plural cada vez más caracterizada por la falta de consenso político o social, la idea de que una sola postura estética pudiera reclamar la autoridad y la legitimidad absolutas ya no tenía cabida.

En el contexto de radicales transformaciones científicas, tecnológicas y sociológicas de la modernidad, el siglo XX está impregnado por la ruptura, la dislocación, la innovación y el cambio. Es un proceso de búsqueda incesante, de crítica, de contradicciones y paradojas en torno a las distintas visiones que se tiene del pasado, reciente y lejano, de impulsos a menudo conflictivos en torno a la herencia, la tradición, al presente e incluso al futuro.

Para muchos, el modernismo representa un concepto que alberga la gran variedad de caminos estilísticos concebibles, todos disponibles y legítimos por igual.